Para periodistas nicaragüenses, el exilio y la apatridia son el costo de informar en medio de la represión


Hablar del periodismo en Nicaragua es hablar de resistencia, valentía y exilio. Aunque ya son casi 10 años en los que ha resistido la represión de la administración de Daniel Ortega, la situación de la prensa en su país es una de las más preocupantes de la región y por eso tuvo un espacio en el 18º Coloquio Iberoamericano de Periodismo Digital el pasado 29 de marzo.

Moderado por Carlos Lauría, director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el panel “Nicaragua: periodismo en el exilio” giró en otro a las amenazas que cada vez aumentan más y las estrategias que el periodismo del país ha estado utilizando para continuar con su labor a pesar de estar lejos de casa.

Group of six people presenting before audience
La situación de la prensa en Nicaragua es una de las más preocupantes de la región y por eso tuvo un espacio en el 18º Coloquio Iberoamericano de Periodismo Digital. (Foto: Patricia Lim/Knight Center)

Lauría inició la conversación con cifras tomadas de la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED) que dan cuenta de al menos 289 profesionales de la prensa en el exilio, más de 50 medios clausurados o confiscados, periodistas presos y/o en desaparición forzada, y nuevas formas de censura como el reciente bloqueo a sitios con el dominio .ni por parte del gobierno.

“Y la mayor parte de la prensa nicaragüense está radicada en Costa Rica”, dijo Lauría quien seguidamente les dio paso a los panelistas para saber cómo se continúa con su labor estando fuera de Nicaragua.

“Nos ha tocado trabajar con una redacción que está por varios países”, dijo Nayel Martínez, editora del diario La Prensa. Y es que La Prensa es uno de los medios que más ha enfrentado ataques de los copresidentes Daniel Ortega y Rosario Murillo.

El bloqueo de insumos primarios de prensa que acabó con la edición impresa, acoso por parte del departamento de impuestos del país y la obstaculización del trabajo a sus reporteros hicieron parte de su cotidianidad por años. Pero fue finalmente la confiscación de su sede y el destierro de su director, Juan Lorenzo Holman, lo que llevaría a que la redacción de La Prensa se mudara de país.

Según Martínez, el diario funciona con periodistas radicados en diferentes partes del mundo como Costa Rica, España, Canadá, México y Estados Unidos. La diferencia horaria y los trabajados adicionales que cada persona debe tener en esos países de acogida dificultan el trabajo.

“Nos hemos visto obligados a salir de nuestro país”, agregó Martínez. “No queríamos salir y lamentablemente nos sacaron”.

A nivel personal siempre recomienda terapia psicológica. “Es la única manera de superar esto: dejar tu vida, tu familia, tu país”, dijo Martínez.

El exilio de periodistas también ha llevado a la creación de nuevos medios que se dedican a cubrir no sólo lo que sucede en Nicaragua sino lo que importa a nicaragüenses fuera de su país. Es el caso de Nicaragua Actual, fundado por Gerall Chaves, que recientemente llegó a los 100.000 suscriptores en YouTube.

“Es una victoria para la audiencia”, dijo Chaves a los asistentes del Coloquio, a quienes invitó a ver un documental sobre cómo es hacer periodismo en el exilio. El documental de 21 minutos se encuentra en el sitio de Nicaragua Actual y da cuenta de los desafíos diarios de estos periodistas que van desde transformar sus casas en redacciones hasta conseguir dinero para sobrevivir y establecer estrategias para proteger sus vidas.

“Yo me río porque yo creo que ya pasé la racha de pensar todos los días en Nicaragua”, dijo Chaves. “Creo que las redes de apoyo me han ayudado para estar aquí, para seguir informando, para desafiar al régimen, presentar todos los días ante una cámara e informar sobre lo que acontece en Nicaragua”.

Censura y “apátridas”

El periodista independiente y colaborador de la organización Nicaragua Nunca Más, Arquímedes González, narró que los periodistas no sólo enfrentan desafíos al hacer periodismo sino incluso cuando quieren salir del país de una manera formal. En su caso, su pasaporte fue confiscado, y por eso mismo no cuenta con un documento oficial para viajar.

González explicó que este es un problema para gran parte de los nicaragüenses al quedar “apátridas”.

“Esto es una limitante legal, jurídica, que tiene implicaciones también en tu desarrollo profesional porque no hay documentos, no hay una forma de salir adelante”, dijo González. “Es un gran desafío”.

González hizo un llamado para que los países de acogida tengan en cuenta esta situación porque, según él, en la actualidad hay más de 20 periodistas apátridas.

La organización Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN) es una de las que más ha hecho seguimiento al exilio del periodismo nicaragüense. Wendy Quintero Chávez, una de sus fundadoras, y Julio López, presidente de la junta directiva de PCIN y director del medio Onda Local, estuvieron presentes en el Coloquio.

Onda Local, ya con 25 años de existencia, inició como una emisora de radio tradicional, pero “debido a la censura”, tuvo que convertirse en un medio digital, dijo López. Agregó que debido al reciente bloqueo del dominio .nicambiaron su dirección electrónica.

“Ante una dictadura también hay que anticiparse, y creo que esa es una de las lecciones que el periodismo nicaragüense debe ir dejando: anticiparse”, dijo López.

López habló cómo la persecución contra el periodismo no empezó cuando autoridades reprimieron demostraciones políticas en el 2018, sino desde que Ortega llegó al poder y empezó la “reconfiguración de los medios de Nicaragua a través de la compra y concentración de medios”.

Este control puede verse especialmente en las emisoras radiales. Según dijo, las emisoras FM son en su mayoría musicales, mientras que las AM son controladas por grupos oficialistas o religiosos, y estas últimas evitan la cobertura noticiosa y política.

“Ni siquiera han dicho una palabra de la persecución religiosa que existe en Nicaragua. Es decir, que están bajo total censura”, dijo López.

PCIN tiene registrados más de 60 medios clausurados, y la confiscación de medios como el de La Prensa, 100% NoticiasConfidencial.

“Con esto gana la narrativa oficialista de lo que se ha querido imponer”, dijo López. “Vemos cómo se impone el silencio en los medios tradicionales y se afecta el derecho de las personas de acceder a los medios de comunicación para expresarse libremente”.

Wendy Quintero, de PCIN, enfatizó cómo los periodistas de Nicaragua siguen saliendo al exilio. Justo una semana antes del Coloquio, tres periodistas salieron del país, dijo. Y esto incluye a todos los trabajadores de la prensa: desde reporteros gráficos, hasta personal administrativo e incluso conductores que transportaban a periodistas.

Pero, además, Quintero habló de la violación de este derecho a la población general. “Sólo en Costa Rica hay más de 200.000 personas solicitando refugio”, dijo. “Son nicaragüenses que simplemente en la mayoría de los casos, fueron a marchas protestando – como su derecho que tienen a expresarse libremente, a opinar”.

Quintero destacó el caso de los cuatro periodistas en “desaparición forzada” y “criminalizados”. Aunque de tres de ellos se sabe que están en prisión, sus familias y abogados no pueden verlos. El caso de Fabiola Tercero preocupa a organizaciones como PCIN porque lo último que se supo de ella es que miembros de la policía allanaron su vivienda. Su paradero se desconoce.

“Por ellos es que nosotros también estamos aquí, recordándole al mundo lo que está sucediendo en Nicaragua”, dijo Quintero. “No nos dejen solos. Pueden hacer muchísimas cosas para apoyarnos, no necesariamente con dinero, también pueden consumir las cosas que nosotros estamos haciendo, lo que estamos generando en las plataformas. Hoy más que nunca, Nicaragua es un ejemplo de resistencia en el periodismo y lo vamos a seguir haciendo”.

Una red para apoyar al periodismo exiliado

Antes del panel sobre Nicaragua, Lauría habló de la Red Latinoamericana de Periodismo en el Exilio (Relpex). La iniciativa de la SIP, que empezó a operar el pasado mes de noviembre, nació ante el “agravamiento” del exilio y el desplazamiento forzado de periodistas.

Según dijo, el exilio no solamente afecta a países como Nicaragua, Cuba y Venezuela, sino que ya se registran casos en Guatemala, Ecuador y El Salvador.

“La idea un poco que tuvimos en la SIP era cómo podemos ayudar a que periodistas y medios también que están operando desde el exilio pudieran continuar con su trabajo”, dijo Lauría.

Con recursos dados inicialmente por el National Endowment for Democracy (NED), la Red comenzó a buscar aliados y así evitar duplicar esfuerzos. En estos primeros meses, han logrado dar ayudas de emergencia como tiquetes de avión o la representación legal.

Otro programa de la red tiene que ver con el compromiso que hizo con medios que empleen a 10 periodistas en el exilio a complementar sus salarios. “De manera que los periodistas no tengan que buscar otra fuente de financiamiento y se pueden dedicar simplemente y tranquilamente al periodismo”, dijo Lauría.

Finalmente habló del lanzamiento de la plataforma PeriodismoLibre.org, que tuvo lugar este 7 de abril. Un proyecto de la DW Akademie en colaboración con la Unesco, el Instituto Prensa y Libertad de Expresión (Iplex) y la Relpex, la plataforma ofrece recursos, información e iniciativas disponibles para periodistas que se encuentra en la región en condición de exilio.

La Relpex tiene más de 184 miembros que les ayuda a documentar un fenómeno muy difícil de hacerlo, explicó Lauría. De ellos, el 47% son mujeres y el 53% hombres. El 27% de ellos no está ejerciendo el periodismo, y la cifra aumentan si están exiliados en países norteamericanos. Los principales países receptores son Costa Rica, Estados Unidos y España. El cambio en las políticas migratorias de Estados Unidos genera aún más incertidumbre a periodistas exiliados.

Una de las conclusiones es que la principal necesidad de estos periodistas es la necesidad de encontrar trabajo y proyectos. “Reconectarse con la profesión”, dijo Lauría.

Un tema en el que también quiere trabajar la red y que han visto en las conclusiones es la necesidad de un apoyo psicosocial.

“Muchos de ellos por el propio vértigo del fenómeno a veces no reconoce que necesitan este tipo de ayuda, pero no hay ninguna duda que lo necesitan”, dijo Lauría. “Porque para volver a trabajar, para seguir trabajando, necesitan construir cierta resiliencia para poder atravesar ese proceso de adversidad y salir fortalecidos”.


For Nicaraguan journalists, exile and statelessness are the cost of reporting amid repression

Talking about journalism in Nicaragua means talking about resistance, courage—and exile. For nearly 10 years, Nicaraguan journalists have endured repression under President Daniel Ortega’s administration. The situation is now one of the most concerning in the region, which is why it was a focus during the 18th Ibero-American Colloquium on Digital Journalism on March 29.

Moderated by Carlos Lauría, executive director of the Inter American Press Association (IAPA), the panel “Nicaragua: Journalism in Exile” centered on escalating threats and the strategies Nicaraguan journalists have adopted to continue their work from abroad.

Lauría opened the conversation by citing data from the Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED), which reported at least 289 journalists in exile, more than 50 news outlets shut down or taken over by the government, as well as journalists imprisoned and/ or forcibly disappeared. He also pointed to new forms of censorship, including the government’s recent blocking of websites with the .ni domain.

“Most of the Nicaraguan press is now based in Costa Rica,” Lauría said, before inviting panelists to discuss how they continue reporting while outside the country.

“We’ve had to work with a newsroom scattered across several countries,” said Nayel Martínez, editor at the newspaper La Prensa. La Prensa has been one of the outlets most heavily targeted by the regime of Copresidents Daniel Ortega and Rosario Murillo.

For years, the outlet faced daily obstacles: blocked access to newsprint, harassment from the national tax agency, and restrictions on reporting. But it was the confiscation of La Prensa’s headquarters and the forced exile of chief editor Juan Lorenzo Holmann that led the newsroom to relocate abroad.

Gerald Chaves holds a microphone and speaks as he’s seated at the front of a conference room.
Gerall Chaves, founder of Nicaragua Actual, speaks at a panel on censorship and exile at the 18th Ibero-American Colloquium on Digital Journalism. (Patricia Lim/KUT News)

According to Martínez, the newspaper now operates with journalists based in countries including Costa Rica, Spain, Canada, Mexico and the United States. Time zone differences and the need for journalists to hold second jobs in their host countries make the work even more difficult.

“We were forced to leave our country,” Martinez said. “We did not want to leave, but unfortunately we were pushed out.”

On a personal level, she always recommends therapy. “It’s the only way to overcome this—leaving your life, your family, your country,” she said.

The exile of journalists has also led to the creation of new media outlets that cover not only events in Nicaragua but also issues important to the Nicaraguan diaspora. One such outlet is Nicaragua Actual, founded by Gerall Chaves, which recently surpassed 100,000 subscribers on YouTube.

“This is a victory for the audience,” Chaves told attendees at the Colloquium, where he encouraged them to watch a documentary on what it means to do journalism in exile. The 21-minute film shows the daily challenges journalists face—from turning their homes into newsrooms and finding money to survive, to developing strategies to protect their lives.

“I laugh because I think I’ve moved past the stage of thinking about Nicaragua every single day,” Chaves said. “I think support networks have helped me stay here, keep reporting, challenge the regime, and show up in front of a camera every day to tell people what’s happening in Nicaragua.”

Censorship and statelessness

Independent journalist and contributor to the human rights organization Nicaragua Nunca Más, Arquímedes González, said journalists not only face obstacles in doing their work, but even in trying to leave the country legally. In his case, his passport was confiscated—leaving him without an official travel document.

González explained that many Nicaraguans face the same problem, essentially becoming stateless.

“This is a legal and judicial limitation that also affects your professional development, because you do not have documents and there is no clear way forward,” González said. “It is a major challenge.”

González called on host countries to recognize the situation, noting that more than 20 stateless journalists are currently in exile.

The organization Independent Journalists and Communicators of Nicaragua, or PCIN for its initials in Spanish, is among those that have most closely tracked the exile of journalists. Cofounder Wendy Quintero Chávez and board president Julio López, who heads the the outlet Onda Local, were present at the Colloquium.

Onda Local, now 25 years old, began as a traditional radio station but “because of censorship” was forced to become a digital outlet, López said. He added that due to the recent government blocking of the .ni domain, the outlet had to change its web address.

“In the face of a dictatorship, you also have to anticipate—and I think that is one of the lessons Nicaraguan journalism must leave behind: anticipate,” López said.

He explained the persecution of journalists didn’t begin when authorities repressed political protests in 2018, but when the Ortega administration came to power and began “reconfiguring Nicaraguan media through the acquisition and consolidation of media.”

This control is especially noticeable with radio stations. According to López, most FM stations are music-focused, while AM stations are controlled by pro-government or religious groups. These avoid news and political coverage altogether.

“They have not even said a word about the religious persecution taking place in Nicaragua,” López said. “That is to say, they are under total censorship.”

PCIN has documented more than 60 media outlets shut down, including the confiscation of major outlets like La Prensa, 100% Noticias and Confidencial.

“With this, the government narrative is the one that wins out,” López said. “We see how silence is imposed on traditional media, and how it affects people’s right to access the media and express themselves freely.”

Wendy Quintero Chávez holds a microphone and speaks as he’s seated at the front of a conference room.
Wendy Quintero Chávez, cofounder of Independent Journalists and Communicators of Nicaragua, speaks at a panel on censorship and exile at the 18th Ibero-American Colloquium on Digital Journalism. (Patricia Lim/KUT News)

Wendy Quintero of PCIN said journalists in Nicaragua continue to flee into exile. Just a week before the Colloquium, three more journalists left the country, she said. This exodus includes all types of media workers—from photojournalists to administrative staff and even drivers who transported reporters.

But Quintero also spoke about the broader violation of rights facing the Nicaraguan population. “In Costa Rica alone, there are more than 200,000 people seeking asylum,” ,” she said. “These are Nicaraguans who, in most cases, simply attended protests—as is their right, to express themselves freely and share their opinions.”

Quintero highlighted the case of four journalists currently subjected to “forced disappearance” and “criminalization.” While three of them are known to be in prison, their families and lawyers are not allowed to see them. The case of Fabiola Tercero is especially alarming to organizations like PCIN, as the last anyone heard of her was when police raided her home. Her whereabouts remain unknown.

“We are also here for them, to remind the world of what is happening in Nicaragua,” Quintero said. “Do not leave us alone. There are many ways to support us—not necessarily with money. You can engage with what we are doing, with the content we are producing on our platforms. Today more than ever, Nicaragua is an example of journalistic resistance—and we will keep going.”

A network to support exiled journalism

Before the panel on Nicaragua, Lauría spoke about the Latin American Network of Journalism in Exile, or Relpex for its initials in Spanish. The initiative, led by the Inter American Press Association (IAPA), began operating last November in response to the growing crisis of exile and the forced displacement of journalists.

He said the issue of exile affects not only countries like Nicaragua, Cuba and Venezuela, but also increasingly includes Guatemala, Ecuador and El Salvador.

“Our idea at IAPA was to figure out how we can help journalists and media outlets working from exile to continue doing their jobs,” Lauría said.

With initial funding from the National Endowment for Democracy (NED), the network began seeking allies to avoid duplicating efforts. In its first few months, Relpex has provided emergency assistance, such as plane tickets and legal representation.

Another program of the network involves a commitment to support media outlets that employ at least 10 exiled journalists by supplementing their salaries. “That way, journalists do not have to find other sources of income and can focus calmly and fully on journalism,” Lauría said.

He also spoke about the launch of the platform PeriodismoLibre.org on April 7. A project of the DW Akademie in collaboration with UNESCO, the Press and Freedom of Expression Institute (IPLEX) and Relpex, the platform provides resources, information and initiatives available to journalists in exile across the region.

Relpex has more than 184 members, helping document a phenomenon that is otherwise very difficult to track, Lauría said. Of the members, 47 percent are women and 53 percent are men. Twenty-seven percent are no longer working as journalists, and that number increases for those exiled in North American countries. The main host countries are Costa Rica, the United States and Spain. Changes in U.S. immigration policy have added even more uncertainty for exiled journalists.

One of the key findings is that the primary need among these journalists is to find jobs and projects. “To reconnect with the profession,” Lauría said.

Another area the network hopes to address, based on its findings, is the need for psychosocial support.

“Many of them, overwhelmed by the experience, do not always realize they need this kind of help—but there is no doubt they do,” Lauría said. “Because to return to work, to keep working, they need to build resilience to get through that adversity and come out stronger.”